Samanta Schweblin tiene una redacción perfecta en este cuento. Es de esas autoras que logran mantenerte entretenida y logran el punto justo para imaginarte viviendo esa escena cual si fuera cinematográfica. O de la vida misma. Pasa en la vida, pasa en TNT.
En este cuento, el protagonista es un chico de no más de 6/7 años (no pongo 8 para que no me tilden de k). Y en su relato te cuenta cómo fue su Navidad, desde el momento mismo en que escribe la carta. Pero para explicar la historia de la carta tiene que remontar el tiempo atrás, y empieza a tirar datos para que uno vaya imaginando de a poco la situación que le toca vivir.
El cuento empieza por el final. Los padres se separan después de la Navidad. Y de a poco desandamos y entendemos el por qué y el cómo. El padre, que había perdido el trabajo, decide vender su auto para poder utilizar ese dinero, entre otras cosas, en una buena Navidad, con árbol y todo. Una vez comprado el árbol, llevaron la carta escrita para Papá Noel al correo.
En la escena del correo entendemos que la desesperación del padre ha llegado a grados insospechados, casi metiéndose en una pelea absurda.
La madre se había convertido en un ser inanimado frente al televisor. Desde hacía un tiempo que estaba así. Era poco más que un mueble.
Y la resolución del conflicto, entre tragicómica y desopilante es el broche de oro para este relato. Papá Noel duerme en casa. Aplausos para Samanta Schweblin.
Este cuento forma parte del libro La furia de las pestes.
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