lunes, 1 de junio de 2015

Los siete locos

Qué puedo decir de Roberto Arlt que no se haya dicho... probablemente nada más que mi opinión. Es realmente espectacular la redacción de un coetáneo de Borges y Cortázar, con la mitad de estudios y muchos menos beneficios económicos.

Uno de los primeros reporteros que recorrieron la ciudad para retratar con texto esas imágenes que se observan en sus Aguasfuertes porteñas, y las geniales novelas, como la que leí en estos últimos días.

Los siete locos fue una de sus principales obras, que escribió teniendo apenas 29 años. Envidia tener esa capacidad. Excelente retrato para este tal Erdosain, y su ladero el astrólogo.

Los clásicos suelen ser parada obligada, pero no siempre es de fácil aceptación. Hoy puedo tachar uno de mi lista, pero feliz de haberlo hecho, y con el entusiasmo para encarar próximamente otras obras del mismo autor: Los lanzallamas, por supuesto, para continuar las aventuras de la dupla mencionada. Pero siguen en la lista El jorobadito y El juguete rabioso.

Agarren a Arlt, y no lo van a querer soltar.

Bonsái

La lectura de mis vacaciones me llevó a Chile, sólo literariamente. Alejandro Zambra, autor de este cuento, nació en Santiago en 1975.

Y junto con Julio, el protagonista de esta historia, recorremos sus verdades y mentiras. Una delicia transitar las lecturas y gustos del autor a través de su personaje, y uno arma su lista para poner en la pila de libros. En busca del tiempo perdido de Proust ocupa un lugar importante en el cuento, y también el amor y el desamor con las mujeres que pasaron por su vida.

Tanta mentira y fábula, lo llevan a Julio a inventar un trabajo. Ser el transcriptor de un famoso escritor. Este escritor nunca lo contrata a Julio finalmente, pero él debe seguir su fábula para sostener una relación y la lleva hasta las últimas consecuencias. La última consecuencia lo conduce incluso a aprender sobre Bonsáis.

Redacción atrapante, de ágil lectura, recomiendo fervientemente leer a Zambra! Yo lo voy a seguir haciendo, incluso hasta bucear en su poesía...

Las esferas invisibles

Diego Muzzio es un escritor argentino, que ha estado buceando en la literatura poética e infantil durante un largo trecho de su vida. Ahora también en lo que llamamos Nouvelles, en el límite de la novela y el cuento.

En esta edición de entropía podemos leer tres historias: El intercesor, El ataúd de ébano y La ruta de la mangosta.

El tema en común, o al menos así lo encontré yo, es la muerte. Ronda la muerte en El intercesor, en la Buenos Aires de 1871, en pleno brote de fiebre amarilla. Allí sentí al Gaucho Martín Fierro con su constante huída. Los fortines criollos y los contornos de la pampa rosista con la pampa del índio:

Él anda siempre juyendo,
siempre pobre y perseguido,
no tiene cueva ni nido,
como si juera maldito,
porque el ser gaucho... barajo!
el ser gaucho es un delito.


La cita del primer texto es bien clara: "...era el diablo el autor de ese espectáculo. (Joseph Conrad)".

Dentro del segundo relato, El ataúd de ébano, una dupla fabulosa que intenta negociar con la muerte. ¿Acaso no es la muerte una buena oportunidad para hacer negocios? El recorrido por las calles de la ciudad trasladando ataúdes robados para comercializarlos luego a los desesperados que necesitaban enterrar a sus muertos.

La cita inicial de este texto dice: "Un vivo puede prescindir de botas, pero un muerto no puede vivir sin su ataúd", Alejandro Pushkin.

En la última nouvelle, La ruta de la mangosta, la muerte también se filtra. Es justamente el protagonista un fotógrafo que captura "el alma" de los que recién abandona este mundo a través de la última fotografía.

La fórmula de la vida eterna es a través del robo del último suspiro, o similar. Este trabajo que se "hereda" entre aprendiz y maestro, no siempre se puede retener. Quizás haciendo autoreferencia, el protagonista de esta historia también transcurre un período en Francia, al igual que el autor de la novela.

Recomiendo adentrarse en estos relatos, y en la lectura de Diego Muzzio.








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