Sin ninguna forma de justificar este razonamiento, puedo imaginarme a Mafalda ahogando celulares en platos de sopa.
Creo que el personaje de Quino hubiera sido abanderada del Slow Motion, ese movimiento que se puso de moda hace unos años, en el que se proponía comer más tranquilos, vivir bajando un cambio. Mientras escuchaba música de los Beatles, Mafalda se despachaba contra el imperialismo, contra la burocracia, contra el fin de las libertades, y se quejaba de enviar un padre a trabajar y tener de regreso "esto", por un hombre que la vida lo pasó por arriba.
Leyendo el libro de Santiago Bilinkis quiero creer que después de esta era de hiperconexión llegará el momento en que el trabajo se hará solo. Tendremos tiempo para asistir a debates, para charlar sobre filosofía. Para leer libros.
Envidio a los personajes pequeños de historieta como Mafalda o Enriqueta, que se animan (en presente, porque ellas descubrieron como permanecer siempre jóvenes y vivas) a conquistar sus mundos con las ficciones de escritores de todos los tiempos. Lo que daría por ser ellas. Un rato. Un año. Ponerme a tiro con las pilas de libros que por falta de tiempo no llego a completar.
Será hasta la próxima reflexión.